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2. LA VERSIFICACION (I)
Versificación. Es el arte de combinar la lengua en períodos rítmicos fijos.
En el verso se imponen a la expresión del pensamiento unas reglas fijas,
por las que se señalan el número y el orden de distribución de las sílabas,
de los acentos y de las pausas.
Con todo ello, el lenguaje, si bien parece menos natural y espontáneo,
se hace más apto para expresar la belleza.
No siempre el ritmo del verso se establece por el mismo sistema.
A continuación estudiaremos los más importantes.
Paralelismo.- En él, los pensamientos se repiten o se oponen, para
que así obren con más fuerza sobre el oyente.
Algunos libros de la Biblia están escritos con este sistema.
He aquí un ejemplo de paralelismo por repetición:
Alabad a Yahvé, naciones todas, - pueblos todos, loadle.
El paralelismo se utilizó también, aunque con otras modalidades, en la
poesía europea posterior. Por ejemplo, en la poesía gallego-portuguesa de
la Edad Media:
- Ai, flores, ai flores do verde pino,
se sabedes novas do meu amigo?
Ai, flores, ai flores do verde ramo,
se sabedes novas do meu amado?
Aliteración.- Este sistema se basa, a diferencia del anterior, en los efectos
puramente auditivos que pueden resultar de la repetición de unas consonantes
dentro del verso. Es un sistema propio de épocas primitivas.
Combinando la aliteración con una acentuación muy marcada, la antigua épica
nórdica conseguía dar la sensación de potente y ruda nobleza que tan bien
convenía a los temas que en ella se trataban.
Steap stanlitho - etige nearwe-, dice un verso de cierto poema anglosajón.
Obsérvese que la primera parte del verso repite dos veces el sonido
inicial st, que aparece también al principio de la segunda parte, según el
esquema propio de la épica germánica primitiva.
Entre nosotros, la aliteración, o repetición de consonantes iguales en
un verso, no se utiliza como sistema de versificación, pero en muchos casos
recurren a ella los poetas para realzar los valores estéticos de sus versos.
En efecto, ciertas consonantes pueden imitar los sonidos de la realidad,
y entonces el verso aumenta su poder de sugestión. Obsérvense los siguientes
ejemplos:
El terrible rugido de los truenos.
Bajo el ala aleve del leve abanico.
Versificación clásica. - Las letras clásicas - griegas y latinas - miden
el ritmo de sus versos por la duración de las sílabas. En la pronunciación
de ambos idiomas se percibía perfectamente la cantidad silábica. Y el verso
nacía de la adecuada combinación de sílabas largas y breves.
Se llamaba pie a la unidad métrica más simple, formada por la unión
de unas pocas sílabas de distinta duración. Los pies más conocidos son
entre otros:
Yambo (breve y larga)
Troqueo (larga y breve)
Dáctilo (una larga y dos breves)
Anapesto (dos breves y una larga)
Anfíbraco (una breve, una larga y una breve)
El verso latino más importante es el hexámetro, formado por seis pies)
Donec e|ris fe|lix mul|tos nume|rabís a|micos.
En castellano no tenemos muestras de esta versificación, pues la distinción
entre las sílabas la establece el acento, no la duración.
Versificación española.- En español los versos pueden componerse
teniendo en cuenta:
a) el número de sílabas de cada uno de ellos;
b) la distribución de los acentos,
c) la coincidencia de sonidos al final de los versos.
Observemos el siguiente ejemplo:
Una mediana vida yo posea,
un edilo común y moderado
que no lo note nadie que lo vea.
Estos tres versos coinciden en el número de sílabas:
U-na-me-dia-na-vi-da-yo-po-se-a, (11 sílabas)
un-edi-lo-co-mún-y-mo-de-ra-do (11 sílabas)
que-no-lo-no-te-na-die-que-lo-ve-a. (11 sílabas)
Los tres llevan acento en la sexta y décima sílabas, y el primero y el
tercer verso terminan con los mismos sonidos: -EA, -EA.
OBSERVACIONES:
1. Aunque los poemas suelen estar compuestos de manera que cada
verso tiene el mismo número de sílabas, en ciertos sectores de la poesía
española es muy frecuente que se prescinda de tal exactitud y se compongan
poesías sin tener en cuenta con todo rigor el número de sílabas de los
versos.
Estos mis cabellos, madre, (8 sílabas)
dos a dos me los lleva el aire. (9 sílabas)
Hasta tal punto es frecuente esa IRREGULARIDAD silábica que incluso en
poemas para los que se han fijado, por ejemplo, versos de 8 y 4 sílabas
podemos encontrar uno de 5, sin que por ello se malogre el ritmo.
No se engañe nadie, no, (8 sílabas)
pensando que ha de durar (8 sílabas)
lo que espera (4 silabas)
más que duró lo que vio, (8 sílabas)
pues que todo ha de pasar (8 sílabas)
por tal manera. (5 sílabas)
Ello es debido a que en todas las poesías se da mayor importancia al
ritmo que marcan los acentos que al número regular de las sílabas. Con
tal de que se respete una determinada colocación de los acentos, el
número de sílabas puede no ser del todo exacto.
2. Como hemos visto al hablar de la prosa, en español, cada dos o
tres o cuatro sílabas como máximo, aparece siempre una acentuada.
De ello se deriva una alternancia entre sílabas fuertes - tónicas - y
débiles - átonas -, con la cual se marca perfectamente el ritmo.
El caso extremo es el de la VERSIFICACION ACENTUAL, utilizada algunas
veces, en el que la sucesión de sílabas tónicas y átonas es idéntica a lo
largo de todo el poema, y el ritmo posee, por ello, una uniformidad análoga
al compás musical.
Nótese en el siguiente ejemplo:
cantan las | mózas que es | pádan el | lino
cantan los | mozos que | ván mo | lino.
3. La coincidencia de sonidos al final de los versos, o sea la RIMA,
puede ser total o consonante y parcial o asonante. (Más adelante se
estudiará detalladamente esta cuestión.)
Ejemplo de rima consonante (-aba, -aba):
En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.
Ejemplo de rima asonante (-erra, -ena):
Por do pasaré la sierra,
gentil serrana morena.
La rima consonante es, en general, la de la poesía culta - propia de los
poetas cultos -; la asonante se usa en la poesía popular, o sea en los versos
que canta el pueblo y el nombre de cuyo autor ha caí
do casi siempre
en el olvido.
Pep Cardona. Noviembre 1996. Palma de Mallorca.
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